La basílica de la Santa Sangre Basilique du Saint-Sang Brujas, Bélgica.
La reliquia de la Sagrada Sangre está en la capilla y basílica homónima, en la plaza Burg, en Brujas Bélgica.
La reliquia se expone todos los viernes del año, y del 3 al 17 de mayo todos los días.
La llevó de Jerusalén a Bélgica, después de la II Cruzada, Teodorico de Alsacia conde de Flandes, en 1150. Teodorico la habría recibido como un obsequio de parte de su cuñado Balduino III en reconocimiento de los servicios prestados, la Santa Sangre era parte de un grupo de Reliquias de la Pasión de Cristo conservadas en el Museo imperial de Bucoleon, en Constantinopla.
Consiste de un pequeño trozo del paño que José de Arimatea usó para lavar el cuerpo de Cristo y que quedó manchado con su sangre.
Está encerrado en una ampolla de cristal de roca del siglo XI-XII, un antiguo recipiente para perfumes bizantino.
La ampolla está dentro de un relicario de vidrio cerrado en los extremos por dos coronas, con fecha: ‘MCCCLXXXVIII die III maii’, 3 de mayo de 1388.
Se guarda en una custodia de plata de 1617.
Para la fiesta de la Ascensión, se saca en procesión un relicario de oro y plata con más de 100 piedras que representan la Jerusalén celestial, coronado por estatuas que representan a Jesucristo, la Virgen María, San Donato (patrón de Brujas) y San Basilio el Grande.
Durante la Primera Guerra Italiana en 1849, el papa Pío IX se exilió a Gaeta.
Don Giovanni Merlini, tercer superior general de los Padres de la Preciosa Sangre lo acompañó.
Mientras la guerra seguía en su apogeo, Merlini le sugirió al papa Pío IX que creara una fiesta universal a la Preciosa Sangre para rogar a la ayuda celestial de Dios para que terminara la guerra y llevar la paz a Roma.
Pío IX posteriormente hizo una declaración el 30 de junio de 1849 de que tenía la intención de crear una fiesta en honor de la Preciosa Sangre. La guerra pronto terminó y regresó a Roma poco después.
El 10 de agosto lo hizo oficial, y proclamó que el primer domingo de julio se dedicara a la Preciosa Sangre de Jesucristo. Más tarde, el papa Pío X asignó el 1 de julio como la fecha fija de esta celebración.