El 18 de Marzo de 1314 Jacques de Molay, el último Gran Maestre de los templarios, es quemado en la hoguera, siete años después de que el Papa Clemente V disolviera la organización, el viernes 13 de octubre de 1307, bajo las órdenes de Felipe IV de Francia (Felipe el Hermoso), los caballeros templarios, fueron capturados y llevados ante el tribunal, para ser juzgados y condenados.
En ese tiempo, los caballeros templarios poseían una gran fortuna, el propio Felipe IV, tenía una gran deuda con esta orden y que por ello decidió capturarlos y acusarlos para robarles todos sus bienes.
Fundada a fines de 1110, la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, también conocida como la Orden del Temple, fue una poderosa orden militar cristiana de la Edad Media.
Inicialmente encabezada por el francés Hughes Payens, la organización tenía como misión proteger a los peregrinos cristianos en su camino hacia la Tierra Santa ya que el islam se apoderó de las tierras de Jesús cuando el ejército musulmán al mando de Abu Ubaidah emprendió el asedio de la ciudad en noviembre del 636, los peregrinos que hacían promesa por alguna gracia obtenida y hacian el camino de Jerusalén, eran secuestrados por los musulmanes por el camino para pedir rescate como reza el popular “Moros en la Costa”
Jacques de Molay, nacido entre 1240 y 1244, se unió a los Caballeros Templarios en 1265, y en 1293 se convirtió en el Gran Maestre. En 1307 el papa Clemente V y el rey de Francia Felipe IV se unieron para quitarles el oro a los Caballeros Templarios.
Muchos de ellos fueron arrestados, torturados y quemados en la hoguera. Jacques de Molay, acusado de sacrílego y hereje, se declaró, bajo tortura, culpable de los cargos, aunque luego se retractó.
En 1314, el último Gran Maestre de la Orden del Temple fue quemado vivo frente a la Catedral de Notre Dame, no sin antes lanzar una maldición: «¡Pagarás por la sangre de los inocentes, Felipe, rey blasfemo! ¡Y tú, Clemente, traidor a tu Iglesia! ¡Dios vengará nuestra muerte, y ambos estaréis muertos antes de un año!».
Profecía que se cumplió matemáticamente, año después fallecieron el Monarca galo y el Papa que toleró la aniquilación de una de las Órdenes más gloriosas de la historia.
Bernardo de Claraval, definía en «De Laude novae miliae», el espíritu que regió la Orden:
La disciplina es constante y la obediencia es siempre respetada: se va y se viene a la señal de quien posee autoridad; se viste lo que el distribuye y no se va a buscar fuera alimentos ni vestiduras….
…llevan una vida en común sobria y alegre, sin hijos ni esposas…
…jamás se les encuentra ociosos ni curiosos
…Detestan los Dados y el Ajedrez
…No practican cacerías.
…lleva el pelo cortado al ras, nunca se peinan, raras veces se lavan, la barba hirsuta y descuidada…