Los Magos, al ver a Jesús con María, su madre, “cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt 2,11).
El incienso en la biblia se usa para ofrendar a Dios, se quema para ofrecer sacrificios. Suba mi oración delante de ti como el incienso. Salmo 141:2
La mirra se usa para ungir los cuerpos. Es símbolo entonces de lo humano, de lo material, de lo carnal. Nos viene a enseñar que Cristo se hizo carne, humano, verdadero hombre, y murió por nosotros, por eso necesitó ser embalsamado con mirra.
El oro es el regalo que se da a los reyes, sirve para reconocer la realeza y grandeza de esa persona.
San Gregorio Magno dice, el ORO es la sabiduría; el incienso, es la virtud de la oración; la mirra, la mortificación de la carne: “Ofreceremos, pues, oro a este nuevo Rey, si resplandecemos delante de él con la luz de la sabiduría;
El incienso, si por medio de la oración exhalamos en su presencia olor fragante;
Y mirra si con la abstinencia mortificamos los apetitos de la sensualidad”.
Por eso debemos dar regalos que sirvan a la salvación, una Biblia, como el oro hará que nuestra mente se llene de sabiduría
El catecismo es como la mirra, nos enseña a vivir de acuerdo a las enseñanzas del señor, un catecismo astete nos dirigirá en el cumplimiento de los preceptos que dios ha ordenado para lograr la salvación del alma
Un manual de Urbanidad o ética cristiana, o un devocionario, serviría para que nuestra oración y actos, lleve al respeto que se debe a los sitios sagrados, el cómo comportarse, conocer las obras de misericordia sobre las cuales se fundó la sociedad occidental
Por eso esta navidad nada de regalos tecnológicos, celulares, Tablet, juegos y computadores, que solo sirven para fomentar el paganismo.
A educar la juventud en las obras de misericordia, enseñarles a dar limosna, porque el materialismo ha destruido esta generación que hoy ya vive abiertamente el paganismo.
Educados en el Iluminismo o en la ilustración atea enciclopedista, los jóvenes necesitan como nunca a Dios.