
Le subió el diablo a un monte muy encumbrado, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y le dijo: Todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adorares. Mat 4:8

Dice Orígenes, que No debe juzgarse que al ofrecerle los reinos del mundo le hiciese ver, por ejemplo, los reinos de los persas, de los medos, o los hindúes, sino que le enseñó su reino; cómo reinaba en el mundo, es decir, cómo reina en unos por la lujuria, cómo en otros por la avaricia, y asi mediante cada pecado. Es tan osado el Demonio que se atreve a Tentar al Propio Mesías, quería hacer caer al Señor en el deseo de las vanidades de la pompa mundana, que él tanto ama.
Todas las cosas que se hacen en el mundo por medio de la iniquidad (como, por ejemplo, las riquezas adquiridas por medio del robo o del perjurio), las da el diablo. A veces con brujerías o hechizos, que roban el libre albedrio del prójimo, para dominarlo o quitarle las bendiciones que Dios le ha dado.
Decia Balzac que DETRÁS DE TODA GRAN FORTUNA, SIEMPRE HAY UN GRAN CRIMEN. Lo cual es una exageración porque la gracia de Dios también se derrama abundantemente sobre los Justos.
Esto es prueba de la soberbia del diablo; que primero quiso hacerse igual a Dios, y ahora se propone usurparle el culto divino, diciendo: «si postrándote me adoras». Luego, el que ha de adorar al diablo, primero debe postrarse. Por eso le dijo Jesús: «Retírate, Satanás», para que nosotros aprendamos como Él, a sufrir las injurias de una manera digna, pero que no consintamos en el pecado que nos propone el enemigo de Dios. Y no seamos víctimas de sus trampas.
De eso se trata, Rompimiento de Hechizos, Oraciones contra la enfermedad espiritual y Oraciones de Liberación, el Libro que hoy les presentamos, un compendio de las oraciones mas poderosas de la Iglesia contra el Malo y sus cómplices.
Oraciones a Dios, la virgen, los Ángeles y los Santos incluyendo exorcismos contra las plagas, oraciones de renuncia, rompimiento, sanación y liberación que deben hacer parte del arsenal de todo católico, como un escudo, contra el mal que se cierne sobre el mundo, en esta etapa final de la Historia.
Porque es muy laudable que cada uno sufra con resignación las propias injurias, pero tolerar las injurias del Señor es hasta impío.
San Jerónimo
Diciendo el diablo al Señor: «Si postrándote me adoras», oye, por el contrario, que él es quien más bien debe adorarle como a su Señor y Dios.
San Agustín, contra sermonem Arrianorum, 29
De donde prosigue: Está escrito, pues: «Sólo adorarás al Señor tu Dios y sólo a El servirás». Nuestro único bien y nuestro Señor es la Santísima Trinidad, a quien únicamente debemos con razón la servidumbre de nuestra piedad.
San Agustín, de civitate Dei, 10,1
Con el nombre de servidumbre se entiende el culto debido al Señor. Nuestros expositores llaman latría al culto divino, cualquiera que sea el lugar de las Sagradas Escrituras, en donde encuentran la palabra servidumbre. Pero aquella servidumbre que se debe a los hombres, según lo que preceptúa el apóstol (Tit_2:9), diciendo que los siervos deben estar sometidos a sus señores, se traduce en griego por la palabra dulía, pero latría (o siempre, o con tanta frecuencia como casi siempre), se llama a la servidumbre que pertenece al culto de Dios.1
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
El diablo, pues, (como suele entenderse de una manera racional), no retrocedió como obedeciendo a un precepto, sino que la divinidad que resaltaba en Jesucristo y la del Espíritu Santo que resaltaba en El, fue quien separó de allí al diablo. De donde prosigue: «Entonces lo dejó solo el demonio». Lo que aprovecha para nuestro consuelo, porque el diablo no tienta a los hombres cuando quiere, sino cuando Dios se lo permite y si le permite que nos tiente poco a poco, es atendiendo a nuestra débil naturaleza.
San Agustín, de civitate Dei, 9,20
Después de la tentación, los santos ángeles, temibles a los espíritus infernales, servían al Señor y en ello mismo se manifestaba a los demonios cuán grande fuese su poder. De donde prosigue: «Y he aquí que los ángeles se acercaron y le servían».
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No dijo, pues: «bajando los ángeles», para manifestar que siempre estaban con El en la tierra para su servicio. Pero, entonces se retiraron de El por orden de Dios, para que el diablo pudiese tentar a Cristo, no fuera que, viendo a los ángeles cerca de El, no se atreviese a aproximarse. No sabemos en qué forma le servían, si sanándolo de las enfermedades, si ayudándolo en la corrección de las almas o si ayudándolo a ahuyentar las tentaciones. Todas estas son las cosas que hace por medio de los ángeles, de modo que, cuando éstos lo hacen, parece que es El mismo quien lo hace. Sin embargo, debe saberse que no lo asistían por necesidad de limitado poder, sino en honra de su infinita potestad. No se dice que lo ayuden, sino que lo sirven.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 15
En estas palabras se manifiesta la doble naturaleza de su persona, porque es hombre a quien el diablo tienta y El mismo es Dios a la vez, a quien los ángeles sirven.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Ahora expliquemos brevemente qué significan las tentaciones de Cristo. El ayuno es la abstinencia de una cosa mala; el hambre es el deseo de la misma cosa mala; su uso es el pan. El que se habitúa con el pecado convierte la piedra en pan. Responda, pues, al demonio cuando lo tiente, diciendo: «Que no de sólo el uso de aquella cosa vive el hombre, sino de la observancia de los mandatos de Dios». Cuando alguno se engríe como si fuese santo, es como llevado al templo y cuando se crea que está en la cumbre de la santidad, entonces es cuando le coloca sobre el pináculo del templo y ésta es la tentación que sigue a la primera, porque la victoria de la tentación produce la vanagloria y es causa de jactancia. Pero advierte que Cristo ayunó voluntariamente. El diablo lo llevó al templo para que tú te consagres espontáneamente a la abstinencia, pero por ello no te creas que has llegado a la cumbre de la santidad. Huye del orgullo del corazón y no experimentarás tu ruina. La subida al monte es la marcha hacia las riquezas y la gloria de este mundo, como que desciende de la soberbia del corazón. Cuando quieras hacerte rico, lo cual equivale a subir al monte, empiezas a pensar en adquirir las riquezas y los honores y entonces el Príncipe de este mundo te manifiesta la gloria de su reino. En tercer lugar, te ofrece las causas para que, si las quieres seguir, le sirvas, menospreciando la justicia de Dios.
San Hilario, in Matthaeum, 3
Pero vencido por nosotros y aplastada la cabeza del diablo, se ve desde luego que con la ayuda de los ángeles y de nuestras virtudes no nos habrán de faltar los auxilios del cielo.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,16
San Lucas, en verdad, no expone las tentaciones por este orden: de donde viene la duda acerca de cuál tentación fuese la primera; si le manifestó primero los reinos del mundo y después lo llevó al pináculo del templo, o viceversa. En nada afecta a la esencia, puesto que se sabe que todo esto se verificó.
Glosa
Pero lo que dice San Lucas parece más bien como historia y lo que dice San Mateo respecto de estas tentaciones, se refiere a las tentaciones que sufrió Adán.
Notas
1. El culto puede ser la latría, que se tributa sólo a Dios. En sentido estricto el culto sólo puede tributarse a Dios. En un sentido general se habla de culto de hiperdulía, que se tributa a la Virgen María y de mera dulía, a los ángeles y santos. Pero en estos casos no se trata de culto en sentido estricto sino más bien de devoción, la que ha de tener como fin último la gloria de Dios.






