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El procrastinador

El procrastinador es aquel que posterga o pospone la acción y tiene el hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables por miedo o pereza a afrontarlas. Es aquel que, ante una tarea pendiente, no tiene la fuerza de voluntad para concluirla. Es el individuo que adquiere un compromiso, sin considerar que requiere de esfuerzo, tiempo y dedicación, abandonándolo finalmente y perjudicando finalmente a otros.

Individuo que evade sus responsabilidades posponiendo tareas o refugiándose en actividades ajenas a su cometido, experto en el arte de dejar para mañana lo que se debería haber hecho hoy. Procrastinar es postergar o evitar lo que debe hacerse.

Diletante es alguien que desarrolla una actividad esporádicamente, involucrándose en ella de forma superficial: “No me interesa debatir, el diputado es un hombre diletante que opina sin saber demasiado”. Se oye decir.

Se entiende como diletante el aficionado profesional, admirador, amante, amateur y entusiasta de todo, pero, que no lo lleva a cabo. Personas que llevan vidas sin sentido, en general son personas muy infelices.

El diletante es pues, alguien “poco profesional en todo”. Un diletante es alguien que comienza en una racha desbordada de actividad un proyecto, anunciándolo a voces, y está muy entusiasmado al principio, pero lo abandona sin terminarlo, a veces ni siquiera lo emprende, lo hace solo para impresionar, es aquel que empieza una variedad de proyectos, con una docena de intereses al mismo tiempo. Un diletante es un aficionado profesional – interesado en las artes, el floreciente campo de la ciencia, literatura, religión y cualquier tema, hasta que otro tema capte su atención.

¡Hasta el holgazán o el diletante es feliz sólo cuando tiene un proyecto!

¿Hemos perdido acaso nuestra capacidad como adultos de honrar los compromisos? ¿No entendemos que el compromiso más grande que tenemos, es nuestra propia salvación?

Estos dos personajes, el procrastinador y el diletante son enemigos de la santidad.

Decía san Pablo que consideraba basura sus conocimientos adquiridos como fariseo, educado en la escuela del Gran Gamaliel.

San Agustín, se quejaba amargamente del tiempo perdido en la retórica y el maniqueísmo y lo expresaba poéticamente, “tarde te ame hermosura tan antigua y tan nueva”. Se convirtió a los 30 años. Y no dejo ni un día de escribir algo para la gloria de Dios.

Recordemos al hijo que le asegura a su padre que va a trabajar en la vid, pero no va, ese es un diletante y un procrastinador.

El tiempo perdido lo lloran los santos.

Lo grave de este vicio, es que los profesionales en procrastinar quieren que todos los demás también lo hagan y engañan al prójimo robándole algo que no se puede comprar a ningún precio, el tiempo para convertirse y ganarse la eternidad.

El infierno debe estar lleno de procrastinadores que no se convirtieron a tiempo, quizá por culpa de diletantes, que se cansaron de la biblia y el catecismo, tan solo de ver el número de sus páginas.

Hagamos un ensayo, recita los 10 mandamientos y las obras de misericordia.

Por #bottegadivina

Bottega Divina es un Canal dedicado a aplicar la tradición moral Cristiana a situaciones críticas en la política y la sociedad. Abogamos y velamos por la aplicación de los principios fundamentales de la sociedad, como el derecho natural, en los ámbitos políticos y sociales.

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