Red hechada al mar
Es también semejante el Reino de los cielos a una red barredera, que se echa en el mar y recoge peces de toda suerte, y, llena, la sacan sobre la playa, y, sentándose, recogen los peces buenos en canastos, y los malos los tiran. Así será a la consumación del siglo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de los justos, y los arrojarán al horno de fuego; allí habrá llanto y crujir de dientes.» Mat 13:48-50
Se compara la Iglesia Santa a una red, la red de los dogmas, que es lanzada al mar de este mundo, esta red está tendida en medio de las olas, cogiendo todo lo que cae entre los remolinos engañosos y amargos, es decir, los hombres buenos y malos. Y esto es lo que significa: «De toda clase», y ha sido entregada a unos pescadores, que también tienen que rendir cuentas, y todos mediante ella son arrastrados de las olas de la vida presente al reino eterno, a fin de que no perezcan sumergidos en el abismo de la muerte eterna. Esta Iglesia reúne toda clase de peces, porque llama para perdonarlos a todos los hombres, a los sabios y a los insensatos, a los libres y a los esclavos de los vicios, a los ricos y a los pobres, a los fuertes y a los débiles.
Cuando llegare el fin del mundo, entonces aparecerá con toda claridad la separación de los peces. Y los buenos, como en un tranquilísimo puerto, serán llevados a las vasijas de las mansiones celestiales, y la llama del infierno recibirá a los malos para tostarlos y desecarlos.
Esta parábola tiene el objetivo de que nadie pueda alegar la excusa de que ignoraba esta doctrina, el Señor dice sin rodeos los tormentos que experimentarán los pecadores que no se confesaron y se arrepintieron y repararon su culpa.































