Un padre de familia plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre y la arrendó a unos viñadores, partiéndo luego a tierras extrañas. Cuando se acercaba el tiempo de los frutos, envió a sus criados a los viñadores, para percibir su parte. Pero los viñadores, cogiendo a los siervos, a uno le atormentaron, a otro lo mataron, a otro le apedrearon. De nuevo les envió otros siervos en mayor número que los primeros, e hicieron con ellos lo mismo. Finalmente, les envió a su hijo, diciendo: Respetarán a mi hijo. Pero los viñadores, cuando vieron al hijo, se dijeron: Es el heredero; ea, a matarle, y tendremos su herencia,” Y, tomándole, le sacaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el amo de la viña, ¿qué hará con estos viñadores? Le respondieron: Hará perecer de mala muerte a los malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen los frutos a su tiempo. Jesús les respondió: ¿No habéis leído alguna vez en las Escrituras: “La piedra que los edificadores habían rechazado, ésa fue hecha cabeza de esquina; del Señor viene esto, y es admirable a nuestros ojos”?” Por eso os digo que os será quitado el reino de Dios y será entregado a un pueblo que rinda sus frutos. Y el que cayere sobre esta piedra se quebrantará, y aquel sobre quien cayere será pulverizado. Oyendo los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas entendieron que de ellos hablaba, Mat 21:33-45
El padre de familia es Dios, que es llamado hombre en algunas parábolas, a la manera de un padre que habla con su pequeño hijo infantilmente, en sentido que le pueda entender y le instruye.
Un lagar es un altar, con cuyo título se designan tres Salmos (Sal 8; 80; 83), esto es, los mártires. El lagar es también la palabra de Dios que corrige al hombre contradiciendo la naturaleza de la carne. Prosigue: «Y edificó una torre». En la torre colocó la magnificencia de la Ley que llegaba desde la tierra hasta al cielo. El sacerdote no agrada tanto al Señor por su santidad, como por enseñar al pueblo de Dios la práctica de la virtud. Estos, no sólo fueron malos por no dar fruto, sino que indignándose contra aquéllos que vinieron a pedirlo, mancharon sus manos con la sangre de éstos.
Dios, se separa de su viña para dejar a los viñadores libertad para trabajar.
La venida de Nuestro Señor Jesucristo está representada por el hijo enviado. Por esto sigue: «Por último, les envió su hijo».
Y aquello que dice: «Respetarán a mi hijo» se cumple respecto de aquellos que, conociendo a Jesucristo, creyeron en El. Pero está aquello otro que dice: «Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: éste es el heredero, venid, matémosle». En estas palabras se cumplió aquello de que, habiendo visto a Jesucristo y conociendo que era Hijo de Dios, sin embargo, lo crucificaron.
«Y tendremos su herencia». Este es el pensamiento general de los sacerdotes materiales que no les importa cómo podrá vivir el pueblo sin pecar, sino que se enfocan en lo que se ofrece en la Iglesia, que ya no es absoluto.
Prosigue: «Pues cuando viniere el Señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?»
Les pregunta el Señor no porque no sepa lo que van a contestar, sino para que se condenen por su propia boca. Una vez perdido el mal cultivador, la viña fue entregada a otro, como sucede con el don de la gracia, que el soberbio menosprecia, y el humilde recoge.



























