Un pueblo es una asociación basada en el consentimiento del derecho y en la comunidad de intereses que no puede ser gobernada sin justicia. Un sentimiento de pertenencia a un grupo humano, una cultura, una historia, tradición, religión, elemento similar común, alimenticio, vestimentas, expresiones artísticas, etc.
La república, es del pueblo, cuando se la administra bien y justamente, por sus gobernantes
Un Estado es una organización política constituida por un conjunto de instituciones, a través de las cuales, ejerce el monopolio del uso de la fuerza (soberanía) aplicada a una población, dentro de unos límites territoriales establecidos, de territorio, población y soberanía.
Así que el estado o la república, está obligado a obedecer a las tradiciones del pueblo y defenderlas, pero, por la degeneración de las costumbres, la elite gobernante, ha decidido cambiar al pueblo a su antojo, utilizando formas de ingeniería social o conductismo, para desvirtuar lo que el pueblo que los eligió, exigía de ellos, algo parecido a lo que hacían los reyes del antiguo testamento, cuando adoraban dioses falsos y los imponían a su pueblo.
La expresión pan y circo es muestra de algunos de los mecanismos demagógicos que los políticos utilizan para garantizarse el apoyo popular, como pan y fútbol.
Para La teología del pueblo o de la liberación, el Pueblo es entendido como una categoría histórica y mítica, basados en el odio producido por la envidia, dolor del bien ajeno, es la forma de lucha contra el “otro” al que se le odia por cualquier privilegio que tenga, basado en el 9 mandamiento “codiciar los bienes ajenos”, se basa en la «lucha de clases», y las nociones de “pueblo” y “anti-pueblo”, un llamado a las familias a que abandonan el interés propio por el de la masa. En pos de un igualitarismo imposible, convirtiendo la igualdad en dogma, olvidando que La jerarquía es celestial, En el infierno todos son iguales.
Para el marxismo el concepto de pueblo, se confunde con el de la masa, se considera, a las clases sociales, definidas por sus intereses económicos, como sujeto histórico, y a la lucha de clases como el principal agente del cambio histórico. Masas, son el concepto opuesto al de élites, y por otro lado, opuesto al de vanguardia proletaria o revolucionaria, a la que las masas seguirían en la revolución proletaria y se encarnaría en el Partido Comunista. Totalmente opuesto al del pueblo, que sigue a su Elite jerárquica que en este caso es el pastor, la masa en cambio sigue a la anarquía, al agitador. Una comunidad gobernada por la envidia y la injusticia.
La Iglesia, el pueblo mesiánico, «tiene por cabeza a Cristo, que fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra salvación (Rm 4, 25). La condición de este pueblo es la dignidad y libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo. Tiene por ley el nuevo mandato de amar como el mismo Cristo nos amó a nosotros (cfr. Jn 13, 34). Y tiene en último lugar, como fin, el dilatar el reino de Dios, hasta que al final de los tiempos, cuando El mismo le lleve a su consumación»
La ciudad espiritual cuya ley es el amor de Dios hasta el desprecio de uno mismo; y la ciudad carnal, que preconiza el amor de uno mismo hasta el desprecio de Dios, una gobernada por Dios, la otra por Satanás.
Mandatory Credit: Photo by Kharbine-Tapabor/Shutterstock (6051054gh) The Celestial Court, manuscript illumination, c. 1414, from Bréviaire à l’usage de Paris, Ms 2 f. 387 (Studio of boucicaut master) Art (Manuscripts) – various Artist: Studio of BOUCICAUT MASTER (15th century, French) Location: Bibliothèque Municipale Châteauroux Libro XI, I. Se muestra los principios y fines de las dos Ciudades. LA CIUDAD TERRENA. LA CIUDAD DE DIOS. Los hombre quieren anteponer sus dioses. Al autor y Fundador de la Ciudad santa por eso, perteneces a la Ciudad terrena. Es testificada y acreditada, por la autoridad divina. En las Santas Escrituras. Así como lo oímos, así hemos visto cumplido todo en la Ciudad del Señor de los ejércitos en la Ciudad de nuestro Dios; Dios la fundó eterna para siempre . (S. Agustín. De civ. Dei XI, I) Estos hombres tienen dioses falsos, porque son impíos y soberbios, que están desterrado de la luz inmutable de Dios.