El conocimiento según la Biblia no es un proceso intelectual, sino una comprensión total. En los profetas significa la transformación total del hombre en todas sus relaciones. La presencia de Dios es experimentada como don, llamada y misión. La respuesta natural del profeta es: «Heme aquí, mándame a mí». En la experiencia profética se manifiesta la síntesis más perfecta del sentido de Dios.
“Que se ha manifestado en la carne, ha sido justificado por el Espíritu, ha sido mostrado a los ángeles, predicado a las naciones, creído en el mundo, ensalzado en la gloria.” 1Ti 3:16
«Todavía te ocultas a mi alma, Señor, en tu luz y felicidad; y por eso se bate ella todavía en sus tinieblas y en su miseria. Pues mira en torno a sí y no ve tu belleza. Escucha, y no oye tu armonía. Olfatea, y no percibe tu aroma. Saborea, y no reconoce tu sabor. Palpa, y no siente tu suavidad. Los sentidos de mi alma se han endurecido, se han embotado, se han obstruido por la antigua flaqueza del pecado»
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento existen referencias explícitas a los sentidos espirituales. Algunos ejemplos de esta tradición son los siguientes: En el Antiguo Testamento, se afirma que los creyentes deben:
“probar y ver que el Señor es bueno” (Sal 34, 9); y en el nuevo
contemplar “la gloria del Señor como en un espejo” (2 Corintios 2: 18);
Los fieles inhalan el “dulce aroma de Cristo” (2 Corintios 2: 15);
Y pueden “tocar con sus propias manos” la Palabra de Vida (1 Jn 1: 1).
Estos pasajes bíblicos buscan sin duda, explicar cómo a través de la percepción espiritual, es posible el contacto con Dios.
Platón se refería a la contemplación de las Formas con “los ojos del alma” y a la “vista de la mente”
Orígenes fue el primero en sistematizar la doctrina de los sentidos físicos, y hablar de los cinco sentidos espirituales.
Filón de Alejandría, se refirió a la facultad, responsable de la visión de Dios como “los ojos del alma” y “los ojos de la mente”.
El sentido de lo sobrenatural, la fe, es el más fuerte, porque es espiritual.
«En realidad, el misterio del hombre no se ilumina de veras más que en el misterio del Verbo encarnado» (Gaudium S Juan pablo II. 22). Cristo se presenta como la gran presencia que lo ilumina todo, que lo interpreta todo. Verbo de Dios, encarnado entre nosotros, representa la plenitud de sentido, en un mundo que está en busca del sentido perdido.
La gnoseología es la «facultad de conocer», y estudia la posibilidad, el origen o medios, la naturaleza o esencia, y la fenomenología del conocimiento.
La epistemología estudia las circunstancias históricas, tales como verdad, objetividad, realidad o justificación. ¿Cómo conocemos?, ¿Cuáles son las fuentes del conocimiento?, ¿Cómo diferenciamos lo verdadero de lo falso? y ¿Cuáles son los tipos de conocimiento?. No pueden explicar el sentido de Dios, son solo antropología, es decir solo ven al hombre. Nada de cuanto es, puede ser sin ti, señor.
En teología cristiana se entiende por gracia divina o gracia santificante un favor o don gratuito concedido por Dios para ayudar al hombre a cumplir los mandamientos, salvarse o ser santo, como también se entiende el acto de amor unilateral e inmerecido por el que Dios llama continuamente las almas hacia sí, el sentido de Dios.
El sensus fidei es la comprensión de fe, que hace al discípulo cada vez más afín al maestro.
En el Nuevo Testamento se encuentran referencias, como «sensus Domini»;
“Y nosotros mente del Señor tenemos”. (1 Cor 2,16),
Nosotros: es decir, los hombres espirituales. Esos tienen el instinto sobrenatural que
les hace entender las cosas de Dios, porque se las muestra el Espíritu Santo que está en ellos.
Esta permanencia en nosotros del Espíritu Santo, que nos da el sentido de Cristo, es un punto de suma importancia, y está fundado, en la Palabra de Jesús que nos lo prometió para; “que quede siempre con vosotros el Espíritu de verdad”. (Juan 14, 16). Que ya se nos ha dado (Romanos 5, 5), cumplida así la promesa de Lucas 11, 13, entendido con la «inteligencia espiritual» de (Col 1,9).
San Agustín decía, que la fe no anula los ojos de la razón; más aún, los integra en provecho de la verdad, era lo que sucedía con los primeros cristianos, permitiéndoles desafiarlo todo, hasta el martirio, con la inquebrantable certeza de estar en la fe de Dios
Vicente de Lérins, decía que el sentido de Dios es, “lo que ha sido creído en todas partes, desde siempre y por todos». La tradición teológica de Alberto Magno y Tomás de Aquino, lo traduce como una actividad del creyente que se adhiere a la revelación y se invocará para la proclamación de los últimos dogmas marianos.
El sentido de Dios es fruto de la gracia y acción del Espíritu Santo que actúa sobre el creyente para que «comprenda y crea». Así pues, el sensus fidei nace de la experiencia cristiana de participación de la vida teologal y permite tener comprensión de Dios.
Por eso, no cesamos de orar por vosotros y de pedir que alcancéis pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. Colosenses 1,9