Dios quiso que su pueblo fuera gobernado por Jueces, y dirigido por profetas, no por reyes, por eso luego de liberar el pueblo de Israel de Egipto y desde la muerte de Josué hasta la monarquía, tiempo durante el cual el pueblo de Israel vivió en Canaán, entre la llegada de las tribus hebreas a Canaán y la instauración de la monarquía, se dió el periodo de los Jueces, que gobernaban Israel según la ley de Dios.
Israel solo tuvo 3 reyes, el primer rey fue Saúl quien unificó las tribus de Israel en un solo estado, pero desobedeció al no cumplir la orden de destruir a los amalecitas y todos sus animales, y Dios rechazó a Saúl como rey de Israel. Luego fue sucedido por David, que expande el reino significativamente. Su tercer y último monarca fue Salomón que, tras su muerte, el reino se divide.
La vida de David fue una constante guerra desde que mato a Goliat y Saul lo persiguió para matarlo, hasta que mandó a matar a uno de sus generales, Urías, para quedarse con su mujer, Betsabé, con la que tuvo un hijo, que murió, por el pecado de sus padres, luego nacería Salomón. Quien, a pesar de recibir la sabiduría de Dios, se dedicó a construirles templos a los dioses falsos de sus innumerables mujeres, introduciendo la idolatría y todas las formas de brujería y satanismo en el pueblo elegido, para no hablar de las malas prácticas que habían traído de Egipto y luego de Babilonia.
De estos personajes, David escribió los salmos en arrepentimiento y a Salomón se le atribuyen los libros sapienciales. Aunque también se le atribuyen libros de brujería e invocaciones a los demonios que sus mujeres llevaron a la tierra prometida.
Por la promesa de Dios, El mesías se encarna en una virgen, descendiente de David. Para salvarnos de si Mismos. Porque lo que Dios quiere, no es la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, por eso el propio mesías se deja matar y luego resucita, para mostrarnos que tenemos esperanza de la vida eterna.
Pero esos jueces, pontífices, sumos sacerdotes, escribas y fariseos, urden un plan, se asocian para delinquir y para matar al mesías, a pesar de ser conscientes de su poder, a pesar de haber atestiguado su verdadera naturaleza de Dios y Hombre y su potestad de resucitar muertos, sanar a los leprosos y los tullidos, devolver la vista a los ciegos y hacer prodigios, como todo Israel había sido testigo y así poder seguir adorando ídolos.
Por eso el símbolo del cristiano es Cristo, su cruz y a partir de su orden, sed santos, sus ángeles y sus santos.
El símbolo de una estrella o una menorah, una jamsa o mano, no pasan de ser añoranzas de la idolatría que ya el cristiano no puede aceptar. Poner la fe en amuletos, pirámides, horóscopos, y todos los demás ídolos que el mundo ofrece, no es más que apostasía y Dios la cobra, es un pecado contra el espíritu santo y el 1 mandamiento.