La apologética cristiana surgió en el siglo II como consecuencia de la situación social en la que estaba inmerso el cristianismo. Dicha situación estaba marcada por dos factores: el desconocimiento general de su doctrina y su condena por parte de las autoridades romanas. El desconocimiento del cristianismo daba lugar a tergiversaciones y acusaciones infundadas para los que la condena oficial proveía un instrumento legal de represión. Una persona podía ser condenada a muerte por el solo hecho de ser cristiano.
La delación por cristianismo conllevaba el arresto inmediato y el posterior interrogatorio del reo. Si en el transcurso del mismo negaba la acusación de cristianismo, era liberado. Si se declaraba cristiano, era ejecutado.
La epístola o discurso A Diogneto es una obra de la apologética cristiana, escrita, en las postrimerías del siglo ii. «Lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo. El alma está esparcida por todos los miembros del cuerpo, y los cristianos lo están por todas las ciudades del mundo. El alma habita ciertamente en el cuerpo, pero no es del cuerpo, y los cristianos habitan también en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está en la prisión del cuerpo visible, y los cristianos son conocidos como hombres que viven en el mundo, pero su religión permanece invisible».
El Pastor de Hermas es una obra cristiana del siglo II que no forma parte del canon neotestamentario y que gozó de una gran autoridad durante los siglos ii y iii. Tertuliano e Ireneo de Lyon lo citan como «Escritura», el Codex Sinaiticus lo vincula al Nuevo Testamento y en el Codex Claromontanus figura entre los Hechos de los Apóstoles y las cartas de Pablo.
En la Epístola a los Romanos (16, 14), Pablo saluda a los cristianos de Roma entre los que cita a uno llamado Hermas, hermano del papa Pío I cuyo pontificado se extendió más o menos entre los años 140 y 155.
Una anciana explica a Hermas el significado de una torre que se construye con piedras, de las que algunas son desechadas. Es una bella imagen para señalar la construcción de la Iglesia, en la que los cristianos—como decía San Pedro— son piedras vivas edificadas sobre el fundamento que es Cristo. Y para ser piedra viva, tiene una importancia fundamental la penitencia por los pecados.
La Didajé, es una obra de la literatura cristiana primitiva que pudo ser compuesta en la segunda mitad del siglo I, acaso antes de la destrucción del Templo de Jerusalén (70 d. C.), por uno o varios autores, los «didaquistas», a partir de materiales literarios judíos y cristianos preexistentes, podría ser la regla u ordenanza religiosa utilizada por algunas comunidades cristianas, más bien judeocristianas, unas pocas décadas después de la muerte de Jesús de Nazaret.
La Epístola de Bernabé es un tratado de 21 capítulos, escrito en griego, con algunas características de epístola. Ha sido preservado en el Codex Sinaiticus del siglo iv, donde aparece al final del Nuevo Testamento y antes del Pastor de Hermas. Algunos Padres de la Iglesia la atribuyeron a Bernabé, colaborador y compañero de Pablo de Tarso, mencionado en el libro de Hechos de los Apóstoles. Dos caminos hay de doctrina y de potestad, el camino de la luz y el camino de las tinieblas. Expone la doctrina de la preexistencia del Hijo de Dios, que se encarnó en Jesucristo, y la importancia del Bautismo como símbolo de que quien lo recibe es adoptado como hijo de Dios y transformado en templo del Espíritu Santo. Es un catecismo que incluye la importancia de los dogmas aun antes de estos ser proclamados.
Los evangelios apócrifos son escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos ni aceptados en el canon de la Biblia israelita Septuaginta griega, así como tampoco de ninguna de las versiones de la Biblia de la Iglesia católica.
Algunos de los Evangelios apócrifos surgieron en comunidades gnósticas (por ejemplo, el evangelio de Tomás) y contienen «palabras ocultas» (en griego, apokryphos) al entendimiento de la mayoría, con la finalidad de apoyar falsas doctrinas que no estaban de acuerdo con los materiales inspirados, incluidos en la Sagrada Escritura. Estos mensajes ocultos entre los discursos atribuidos a Jesús estaban reservados a los iniciados en esas «comunidades». Que vale la pena recordar fueron fundadas por simon el Mago, a quien san Pedro exorcisó y los demonios le dejaron caer y se mató.
Según el Diccionario de la lengua española (Real Academia Española), «apócrifo» significa ‘fabuloso’, ‘supuesto’ o ‘fingido’. Hay mas de 50 evangelios apócrifos que no deben ser leídos por contener material que lleva a la confusión, al fin y al cabo, ya sabemos quien es el padre de la mentira y el fingimiento.