Por el pecado entró la muerte al mundo.
Después del pecado original la vida en la tierra se convirtió en una lucha diaria por la vida, “ganaras el pan con el sudor de tu frente”
Antes del pecado no existían las espinas, las rosas eran perfectas y así todo en la naturaleza era como se describe en un paraíso terrenal, hecho para nuestra salud y remedio, pero el pecado del hombre dañó la naturaleza al extremo que algunos animales tienen que matar todos los días para poder vivir.
El lobo y el cordero pacerán juntos; el león, como el buey, comerá paja, y la serpiente comerá polvo. No se hará mal ni corrupción en todo mi monte santo, dice Yahvé. Isaías 65:25
Muchos niegan que esto sea posible, que las acciones del hombre hayan corrompido la naturaleza y que ciertas cosas que existen, como el veneno y la ponzoña, hayan sido creadas por Dios.
Pero el hecho es que el mal es la ausencia del bien en el hombre, fruto de la desobediencia, de la falta de ley, de la ley de Dios que lo dirige todo, pero que el hombre con su libre albedrio, saca del quicio normal de las cosas.
La única solución para esto es la muerte, por eso a partir del pecado entra la muerte en el mundo, hay que morir para vivir y en el espacio de la vida ganarse la eternidad para resucitar a una vida eterna, el ejemplo simple lo pone el mismo cristo que resucita para mostrarnos que hay una vida luego de la muerte y que se convierte en vida en el pan y el vino para mostrarnos que el milagro es posible, para animarnos a perseverar para ganar la resurrección.
“Pues así en la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, y se resucita en incorrupción. Se siembra en ignominia, y se levanta en gloria. Se siembra en flaqueza, y se levanta en poder. Se siembra cuerpo animal, y se levanta un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo animal, también lo hay espiritual, por eso está escrito: “El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente”; el último Adán, espíritu vivificante.’
Pero no es primero lo espiritual, sino lo animal, después lo espiritual.
El primer hombre fue de la tierra, terreno; el segundo hombre fue del cielo.’ 1 Corintios 15 42,47
Pero somos escépticos y para demostrar esto con la ciencia baste saber por ejemplo que:
Algunos elementos de la tabla periódica de elementos no fueron creados por Dios, el estroncio 90 símbolo Sr, de número atómico 38 y peso atómico 87.62. fue creado por el hombre en 1945 luego de la primera explosión atómica, y está en tu cuerpo y en toda la naturaleza es decir que luego de creado, se esparció por toda la naturaleza corrompiendo la obra de Dios, es radiactivo y nos contamina al respirar, aire o polvo, comer, beber, o por contacto con el suelo, los cereales, vegetales de hojas y productos lácteos, con consecuencias desconocidas para ti y para mí, lo mismo pasa con el cecio 137, simbolo, Cs, con número atómico 55 y peso atómico de 132.905, el más pesado de los metales alcalinos en el grupo IA de la tabla periódica, puede dañar células en su cuerpo a causa de la radiación emitida, el síndrome de radiación agudo incluye náusea, vómitos, diarrea, hemorragia, coma y la muerte
Estos materiales que sabemos que fueron creados por las explosiones nucleares, (unas 2000 pruebas atómicas se pueden rastrear) y que no existían en la tierra, se utiliza hoy para determinar las falsificaciones de obras antiguas, si estas obras no contienen isotopos de estos materiales que NO existían en la naturaleza, entonces se determina que son más antiguos, porque no están contaminados, como lo estamos tú y yo.
Esto nos recuerda que el hombre que Dios creó, no es el mismo de hoy, somos producto de un degeneramiento.