El gnosticismo actual quiere la eliminación del orden y de la ley natural: una recreación, un gran reset.
En nuestra actual condición de pecado, de desorden respecto a la voluntad de Dios, la verdadera injusticia, la ley representa una salvaguardia.
El pecado es el presupuesto de la ley y no la ley la matriz del pecado. Jesucristo viene a cumplir la ley sin abolirla, mucho menos abolir el pecado.
¡ Tenemos un diluvio de nuevos mandamientos, establecidos por aquellos que se hacen como Dios sin ser Dios y habiendo eliminado la voluntad de Dios!
El reinicio por la abolición de la ley, suprime el pecado, para darse una nueva moral.
En la «nueva creación» ser «dios» es un fanfarrón capaz de mentiras diabólicas. El hombre ya no destruye a Dios y no proclama que está muerto: al contrario, ¡proclama ser él!