En 1376 una muchacha, toca la puerta del Palacio de los Papas de Aviñón, exigiendo ver al Papa.
Ya había anunciado por carta varias veces al papa su corrección y esta vez venía a exigirle que regresara a la diócesis de Pedro, a Roma.
«Yo os digo, dulce Cristo en la tierra, de parte de Cristo en el Cielo…». Comenzaban siempre sus cartas en las que exigía a Gregorio XI el mayor sacrificio que podría pedirle en su vida: regresar a Roma.
Catalina era la numero 24 de 25 hijos que tuvo su madre, una humilde familia que vivió durante el periodo de la peste negra, que mató al 60% de los habitantes del mundo. Se dice que en castigo por los crímenes contra la iglesia.
El Papado de Aviñón fue un periodo de la historia de la Iglesia católica, entre 1309 y 1377, en el que siete Obispos de Roma residieron en la ciudad de Aviñón: Clemente V (1305-1314), Juan XXII (1316-1334), Benedicto XII (1334-1342), Clemente VI (1342-1352), Inocencio VI (1352-1362), Urbano V (1362-1370) y Gregorio XI (1370-1378). A este periodo lo llaman el «Segundo cautiverio de Babilonia».
Todo empezó cuando el rey Felipe IV de Francia, quiso establecer impuestos al clero. Y robar los bienes de la Iglesia. En su bula Clericis laicos (1296), Bonifacio VIII prohibía cualquier imposición sobre las propiedades de la Iglesia, que se hacía cargo, de manera gratuita, de la educación, los hospitales, hospicios, orfanatos, asilos y en general el cuidado del pueblo de Dios.
En aquellos tiempos existían los estados pontificios, que incluían un ejército y una marina, que permitiría ganar, años después, la batalla de Lepanto contra los moros, pero, en aquel momento era protocolaria. El papa Bonifacio VIII declaró que «Dios nos ha situado sobre los reyes y los reinos». De hecho, era el papa quien coronaba reyes y emperadores.
El rey de Francia presentó cargos de sodomía, simonía, hechicería y herejía contra el papa y lo llamó a juicio, en septiembre de 1303, Guillermo de Nogaret, invadió Roma. La respuesta de Bonifacio fue; «Es necesario para la salvación, que todas las criaturas humanas sean súbditos del pontífice Romano.» “No hay salvación fuera de la iglesia”. Estaba preparando una bula para excomulgar al rey de Francia. Las tropas francesas atacaron y lo tomaron prisionero. Aunque fue liberado tres días más tarde por el pueblo. Bonifacio VIII, entonces de 68 años de edad, debido a las heridas y malos tratos de sus captores, murió unas pocas semanas más tarde.
Le sucedió Benedicto XI (1303-04) que fue envenenado por orden del rey de Francia.
Clemente V (1305-1314) se convirtió en el siguiente Pontífice. Elevado al trono de Pedro por las presiones del rey de Francia, estuvo durante todo su pontificado sujeto a los deseos de Felipe IV, anuló las bulas que había promulgado Bonifacio VIII. Y fue obligado a trasladarse a Aviñón. Aún le quedaba a la iglesia el recurso del rescate del papa, por parte de los Templarios, así que Felipe le exigió suprimir la Orden, para, de paso, quedarse con los bienes y fondos de los templarios. El papa Clemente V decretó la muerte y robo a los templarios en 1314. Ambos, el papa y el rey murieron el mismo año.
Mas de medio siglo después, en 1376, esta joven toca a las puertas del papa, los cardenales habían huido de Roma, la iglesia parecía derrotada… “Dulce padre mío, con esta dulce mano le ruego y le solicito, venga a desconcertar a nuestros enemigos.” En el nombre de Jesucristo crucificado le digo: niéguese a seguir los consejos del demonio. Reconfórtese y venga, padre, ya no haga más esperar a los servidores de Dios, que están afligidos por su causa. Y yo, pobre, miserable mujer, no puedo esperar más; viviendo, parezco morir en mi dolor, viendo a Dios tan agraviado”. La corrección, surte efecto.
El 17 de enero de 1377, Gregorio XI regresó a Roma, allí murió en 1378, dando fin al 2 destierro en babilonia. Santa Catalina murió a los 33 años, en 1380 su firmeza y santidad, alcanzaron la salvación del papado Romano… Es copatrona de Europa e Italia y doctora de la Iglesia.