Antipapa es la persona que, con la intención de ser reconocido como tal o tomar su lugar, usurpa o pretende usurpar las funciones y poderes que corresponden al papa de la Iglesia católica legítimamente elegido.
El título se utiliza especialmente cuando se trata del papa en cuanto cabeza visible de la Iglesia como obispo de Roma, sea en oposición a un pontífice o bien en periodos de sede vacante.
El período en el que los antipapas fueron más numerosos fue durante las luchas entre los papas y los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico de los siglos XI y XII. Los emperadores frecuentemente imponían a sus propios candidatos para promover sus propias causas. Asimismo, los papas patrocinaban a veces a pretendientes imperiales rivales ( anti-reyes ) en Alemania, para vencer a un emperador en particular. Es decir, por meterse la iglesia en política.
En el siglo XX y en el XXI aparecieron algunos antipapas como reacción contra el Concilio Vaticano II. Algunos de ellos fueron partidarios del sedevacantismo por postular que la sede está vacante y por lo tanto apoyaron la necesidad de un concilio imperfecto o cónclave para elegir a un nuevo pontífice, a esta teoría se la denomina conclavismo, por ejemplo Lucian Pulvermacher, que se hizo llamar Pío XIII de la Orden de Frailes Menores Capuchinos de Estados Unidos.
Durante el cisma de Avignon que duró 40 años durante los cuales hubo dos sedes papales, una en Aviñón y otra en Roma. Y hasta 3 papas simultaneos, Las monarquías europeas, los Estados italianos, las órdenes religiosas y las universidades, que tenían gran influencia política y religiosa en ese momento, se dividieron entre quienes apoyaban a un papa y quienes apoyaban al otro mientras el pueblo común permanecía en la confusión.
«Lo que ocurrió es que cardenales que habían participado en la elección de Urbano VI, señalaron que no lo habían hecho en libertad. Entonces, bajo la protección de Francia, eligieron otro papa: Clemente VII, que instaló su corte en Aviñón», En 1409, para intentar resolver la situación, un grupo de cardenales convocó un concilio -o reunión de todos los obispos- en la ciudad de Pisa.
Éste depuso a ambos papas, declarándolos herejes y cismáticos, a la vez que eligió a un nuevo representante máximo: Alejandro V, quien murió un año después y fue sucedido por Juan XXIII.
Dado que ni Gregorio ni Benedicto renunciaron, el problema se agravó: la Iglesia católica contaba con tres papas. Dicha crisis institucional duró 39 años.
Gregorio XII, que es considerado actualmente el único papa legítimo de aquellos turbulentos años, renunció el 4 de julio de 1415 para facilitar la solución del cisma, tras alcanzar un acuerdo con los gobernantes de la época.
Ha habido 33 antipapas, entre ellos un judío infiltrado.