Iscariot, cerca de Meroz, era un rincón oscuro con algunas casas y por un barranco corría un riacho hacia el Jordán. Allí trabajaban cueros, pieles, vestidos, suelas, correas, fajas, escudos resistentes y defensas para los soldados. Judas y sus padres Vivian en este lugar: de aquí les vino el sobrenombre de Iscariote.
Judas tenia unos veinticinco años de edad cuando fue aceptado. Era pulcro en sus vestidos, mucho más que el común de los judíos. Era hablador, Ambicionaba honores, cargos y dinero; sus empresas le habían salido bien y se sentía inclinado a buscar fama, empleo, honores y riquezas, tenía gran deseo de ser discípulo de Jesús para tener derecho a su reino y pidió a Judas Tadeo y Bartolome que le ayudaran a unirse. Su madre era una cantante y bailarina, Judas era hijo natural y su padre era un capitán que vivía en Damasco. Su padre natural tenía algo de bueno, que pasó a Judas por herencia natural. Cuando su madre tuvo un altercado con su marido, por causa de él, la madre maldijo a Judas y su padre al enterarse que no era su hijo biológico también lo maldijo.
María le aconsejaba frecuentemente para que corrigiera sus defectos. Judas era inconstante, ambicioso, capaz de arrepentimiento y corrección, pero no duraba en sus buenas disposiciones.
Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará».
Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.
«Señor, ¿quién es?».
Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. El diablo ya había sugerido en el corazón de Judas, que lo entregara,
Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
“Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo.” Éstos, al oírle, se alegraron y prometieron darle a cambio treinta monedas de plata. Y él buscaba cómo podría entregárselo en una ocasión propicia. Marcos 14:10
Treinta piezas de plata eran el precio de un esclavo; de este modo la muerte de Jesús es un rescate, el precio pagado para asegurar la libertad de un esclavo, ese esclavo somos todos, de allí que Jesús paga por nosotros el precio de la redención, haciendo posible nuestra salvación con el precio de su vida.
Jesús fue arrestado en Getsemaní, al ver a judas le dijo, «Amigo, ¿a qué vienes? Judas, ¿vas a entregar al Hijo del Hombre con un beso?». Judas desesperado por el demonio quiso devolver las monedas -He pecado entregando sangre inocente -dijo. – ¿A nosotros qué nos importa? Tú veras -dijeron ellos.
Y, después de arrojar las monedas de plata en el Templo, fue y se ahorcó. Mat 27:5
“Judas fue de los nuestros, y había sido llamado a las funciones de nuestro ministerio. Adquirió un campo con el precio de su maldad, y habiéndose ahorcado yéndose de bruces, su cuerpo reventó, crujió por medio y se derramaron todas sus entrañas; quedando esparcidas por tierra; cosa que es notoria a todos los habitantes de Jerusalén, de manera que aquel campo ha sido llamado en su lengua Hacéldama, esto es, Campo de sangre. Hechos 1,18